[cuerpo] Puede usar las redes sociales para obtener información prácticamente sobre cualquier cosa, desde la vida privada de las estrellas de cine hasta consejos de maquillaje y salud personal.
Pero no puede necesariamente tomar al pie de la letra todo lo que encuentra.
Y cuando la información es necesaria para tomar decisiones de vida importantes, surge un problema; un problema que preocupaba cada vez más a Maya Bloomberg a medida que veía la rápida difusión de desinformación durante la pandemia de la COVID-19.
Bloomberg, una enfermera practicante del sur de Florida especializada en hematología no maligna, se dio cuenta de que el problema tenía una solución integrada: aprovechar las redes sociales para brindar información que cuente con el respaldo de pruebas médicas y científicas.
El resultado es @theHemeNP, la cuenta de Instagram en la que actualmente tiene más de 13,600 seguidores.
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P: Cuénteme más sobre el “momento clave” en el que decidió comenzar a hacer publicaciones sobre los trastornos hemorrágicos.
R: Hubo mucha desinformación durante la pandemia, en particular con respecto a las vacunas, y me preocupaba que algunos de mis pacientes empezaran a creer en ella en lugar de creer en lo que demostraba la ciencia. Básicamente, quería convertirme en un sitio donde los pacientes pudieran obtener información confiable y fácil de entender, y así, empoderarse para convertirse en sus más grandes defensores. Con la creación de @theHemeNP, mi talento para explicar temas complejos en términos sencillos se unió a mi lado creativo y artístico.
P: No hay dudas de que se está volviendo popular y esto refleja una creciente urgencia por encontrar fuentes médicas confiables. Con tanta información en línea, puede ser difícil distinguir qué es real y qué no.
R: Por eso creo que es muy importante que los proveedores de atención médica se vuelquen a las redes sociales. La diseminación de la información en el ámbito médico solía depender de las revistas y conferencias académicas y de las charlas con colegas. Hoy en día, cuando sucede algo en las noticias, las redes sociales son uno de los primeros lugares a los que acuden las personas. Si los proveedores de atención médica lo aprovechan, pueden crear un puente hacia los pacientes y el público en general y permitirles desempeñar un papel más activo en su salud. Simplifico la información basada en pruebas de las investigaciones y revistas académicas y destaco los puntos más importantes para facilitar su aplicación práctica en la vida.
P: ¿Con qué frecuencia las personas acuden a usted con preguntas o preocupaciones en función de lo que han visto en internet?
R: Muchos de mis pacientes obtienen información en las redes sociales, pero, por lo general, la usamos como un medio para iniciar la conversación. No vienen y me dicen: “Vi esto, así que debe ser 100 % real”. Leí que el porcentaje de adultos estadounidenses en las redes sociales es del 72 % y muchos de ellos usan la información que encuentran allí para fundamentar sus decisiones de salud, lo cual me parece muy empoderador. No obstante, también enfatiza la importancia de poder identificar las fuentes confiables. No podemos aceptar como cierto todo lo que vemos. Hay que cumplir con la debida diligencia.
P: ¿Cómo habla con las personas sobre lo que deben buscar cuando intentan encontrar información precisa en las redes sociales? ¿A qué señales les dice que presten atención?
R: El tipo de cuenta que consultan y el tipo de contenido que promociona son buenos puntos de partida. ¿Es una cuenta que promociona teorías conspirativas o que parece orientada a hacer que los espectadores cuestionen la ciencia médica? Si es así, hay que examinar la información a fondo. Pero, repito, me gusta que mis pacientes me pregunten sobre lo que encuentran en las redes sociales. A veces me plantean preguntas que yo misma debo investigar. Eso es lo bello de la medicina y la ciencia: estamos en aprendizaje constante.
P: ¿Cómo ha cambiado el foco de sus publicaciones desde que comenzó?
A: Si bien al principio acudí a las redes sociales con el objetivo de combatir la desinformación, continué desglosando los temas hematológicos complejos para que las personas comunes sin conocimientos médicos pudieran entenderlos mejor. Además, incorporé la concientización y capacitación en salud mental para que puedan atravesar su enfermedad crónica con mayor facilidad.
P: Interesante. ¿Qué dio lugar a esto?
R: A menudo recibo derivaciones de pacientes que han experimentado un evento de gran impacto en sus vidas, como tener un hijo con hemofilia grave o presentar complicaciones hemorrágicas en una cirugía, y descubro que, a pesar de haber tenido muchas señales de alerta en el pasado, no pudieron darse cuenta. Puede que la información que proporciono en las redes sociales llegue a personas que nunca tuvieron en cuenta la posibilidad de tener un trastorno hemorrágico. Esto las ayuda a ser más proactivas con su salud y, tal vez, a evitar que ocurran los problemas. La salud mental se volvió una de mis pasiones tras recorrer mi propio camino de autosanación, que fue tan empoderador que quise compartir mis aprendizajes, ya que existe una gran interrelación entre la salud mental y la salud física.
P: Según su experiencia, ¿cuál es la mejor manera de aprovechar las redes sociales para los profesionales de atención médica?
R: Mediante la traducción de los conceptos complejos en un contenido digerible e interesante. Siempre digo que me gusta capacitar y entretener. Con las redes sociales, tenemos apenas tres minutos para llamar la atención de la gente. Por lo tanto, además de brindar buena información, hay que pensar en un buen anzuelo: “¿De qué manera puedo presentar la información para captar realmente su atención?”. La capacitación proporcionada empodera a los pacientes como defensores de su propia salud, pues, al fin y al cabo, el conocimiento es poder. Entonces, ahora que ya tienen la información, ¿qué harán con ella? ¿Los inspira a aplicar un pensamiento crítico? ¿Les ayuda a optar por buscar una segunda opinión? Creo que estamos pasando de una toma de decisiones de tipo paternalista a una toma de decisiones compartida, en la que los pacientes desempeñan un papel más activo y se convierten en nuestros socios. Sin embargo, la única manera de hacerlo es con el conocimiento y la capacitación que esto conlleva.