Me diagnosticaron enfermedad de von Willebrand durante la escuela preparatoria y, más tarde, los médicos descubrieron que también tengo deficiencia de factor VII. Para ser honesta, mis trastornos hemorrágicos nunca me han impedido hacer lo que quiero. En todo caso, me han motivado aún más.
Sin duda, han impulsado mis elecciones de vida. Fui elegida la primera presidenta de color del último año de mi escuela preparatoria, una distinción que me enorgullece mucho. Lamentablemente, durante ese año, me extrajeron la muela del juicio y los médicos no pudieron controlar la hemorragia. Durante mi ausencia de la escuela, votaron quién hablaría durante la graduación. Según la tradición, habla el presidente de la clase, pero, como yo no estaba allí, no obtuve los votos suficientes para hablar.
Esa experiencia fue muy decepcionante, aunque muy reveladora para mí. Cosas como la Ley de Estadounidenses con Discapacidades y la Ley de Educación para Personas con Discapacidades son leyes extremadamente importantes que deben cumplirse. Hay tantos niños como yo que necesitan ayuda. Necesitamos garantías y debemos asegurarnos de que las escuelas que no son inclusivas para todos sus estudiantes se hagan responsables.
Hace poco me gradué de abogada en la Facultad de Leyes de la Universidad de Tennessee. Una vez que apruebe el examen para ejercer la abogacía, espero dedicarme al derecho educativo y laboral.
Mi educación fue un poco diferente a la de mucha gente. Mis padres fueron a la universidad cuando yo estaba en la escuela intermedia y en la preparatoria. Así que, aunque técnicamente no soy la primera generación de estudiantes universitarios, hubo muchas cosas que tuve que aprender sola. Cuando comencé a estudiar en la Facultad de Leyes, me sentía con mucha desventaja: todos sabían cosas que yo no sabía porque tenían un conocimiento generacional heredado que a mí me faltaba.
Consulté por mensaje de texto a algunas amigas que estaban en la misma situación y resultó que todas se sentían igual. Decidimos que no queríamos que ninguna otra persona de color atravesara lo que vivimos nosotras, así que unimos nuestros esfuerzos y escribimos un libro llamado The Brown Girl’s Guide to College (Guía para las chicas de color para ir a la universidad). Después de escribirlo, nos dimos cuenta de que podíamos hacer aún más, así que formamos una organización sin fines de lucro llamada The Cooperative. Nuestras metas son desarrollar y preparar a las minorías con los recursos necesarios para un crecimiento sostenible.
Cuando me diagnosticaron, comencé a ir a conferencias y conocí a muchas personas con trastornos hemorrágicos. Eso me hizo darme cuenta de que hay tanta gente con problemas como el mío. Esa conciencia me motivó a ser la mejor versión de mí misma y a ser un ejemplo para las personas que tienen enfermedades poco frecuentes, en especial las invisibles (enfermedades que no se pueden ver, pero que nos afectan por dentro).
En mi caso, tener un trastorno hemorrágico nunca ha sido una barrera. En lugar de ello, ha sido una inspiración.