A medida que las personas con hemofilia envejecen, muchas lidian con un aumento del dolor articular, una consecuencia grave de los sangrados repetidos. La mitad de los hombres de 50 años o más mencionaron el “empeoramiento de la enfermedad y el dolor articular” como una de sus principales preocupaciones a futuro en una encuesta realizada por National Bleeding Disorders Foundation (NBDF).
Jennifer Newman, fisioterapeuta en Hemophilia and Thrombosis Center de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, afirma que mejorar el tratamiento del dolor crónico en personas con trastornos hemorrágicos es una de las máximas prioridades.
“Muchos factores influyen en la experiencia de una persona con un trastorno hemorrágico con dolor crónico, desde los cambios climáticos, una mala noche de sueño, problemas con el seguro, un par de zapatos nuevos, el estrés y mucho más”, señala Newman. “Implica mucho más que solo el daño articular”.
EL PASO DE LOS AÑOS DEJA HUELLAS
Los hombres mayores con trastornos hemorrágicos son especialmente vulnerables al dolor articular. Newman explica que los episodios de hemorragia recurrentes ocasionan daño progresivo en los huesos, los cartílagos y los músculos.
Si a esto se suma la osteoartritis relacionada con la edad, el diagnóstico y el tratamiento pueden volverse más complicados. “Para una persona con antecedentes de hemorragia articular, estos cambios asociados con la edad pueden sentirse con mayor intensidad, lo que ocasiona debilidad muscular, rigidez y alteraciones en el movimiento que afectan la vida diaria”, explica. Esto afecta con mayor frecuencia los tobillos, las rodillas y los codos.
Ese es, sin duda, el caso de William Lankford, un hombre de 59 años con hemofilia A. “Aprendes a vivir con el dolor”, comenta. “Pero también aprendes, con el tiempo y a prueba y error, qué es lo que realmente funciona para ti”.
ESTRATEGIAS PARA EL MANEJO DEL DOLOR
Newman menciona que no existe un enfoque único que funcione para todas las personas, pero ciertas opciones basadas en evidencia pueden ayudar a reducir el dolor. “Un programa enfocado en la prevención de caídas y el equilibrio, el entrenamiento de fuerza y el mantenimiento de la movilidad funcional es un excelente punto de partida”, comenta.
Según Nancy Durben, fisioterapeuta en Hemostasis and Thrombosis Center de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, el miedo al movimiento es común, pero les recuerda a sus pacientes que pueden fortalecer sus músculos a cualquier edad.
“Envejecer sí significa que debemos prestar atención a nuestro cuerpo de manera diferente y hacer ajustes para mantenernos saludables y fuertes”, afirma Durben.
La clave está en combinar el ejercicio, como la terapia acuática, con el control del peso, la medicación y el apoyo psicosocial. Los pacientes de mayor edad pueden beneficiarse especialmente de tratamientos de fisioterapia como el vendaje elástico y las férulas.
Lankford comenta que confía en el movimiento, los medicamentos antiinflamatorios no esteroides y las visitas regulares con sus fisioterapeutas para ayudarlo a reducir el dolor y aumentar la movilidad. Su arma secreta: no viaja a ningún lugar sin un secador de pelo. “Puede hacer desaparecer un dolor que resulta casi insoportable. Es solo uno de los muchos trucos que aprendí para manejar el dolor sin recurrir a analgésicos fuertes”, afirma.