La mayoría de nosotros sabemos que es bueno comer de forma saludable. Nos ayuda a alcanzar y mantener un peso saludable y a disminuir la carga en las articulaciones, lo cual reduce las hemorragias. Mantiene los huesos fuertes. Nos protege contra enfermedades crónicas, como la diabetes, la presión arterial alta y las enfermedades cardíacas.
El desafío no es saber sobre alimentación saludable. Es saber cómo empezar. Afortunadamente, usted tiene un profesional que lo guiará: el nutricionista.
“Mi función es ser parte de su equipo de atención médica y ayudarle a establecer y lograr objetivos de salud personales”, dice Emily Ostrowski, nutricionista registrada que trabaja con pacientes en el Centro para Trastornos Hemorrágicos y de la Coagulación de Michigan State University.
Desarrollo de un plan
Cuando se reúna con un nutricionista por primera vez, analizarán los alimentos que consume y los suplementos nutricionales que toma. Es posible que deba hacerse un examen físico para evaluar la grasa corporal, la masa muscular y las deficiencias de nutrientes que pudiera tener, como falta de vitamina D que es la encargada de desarrollar los huesos.
Después del examen, el nutricionista desarrollará un plan de alimentación personalizado para usted. Por ejemplo, si las hemorragias le han causado carencia de hierro, es posible que le indiquen comer alimentos ricos en hierro (como carnes rojas magras, verduras de hojas verdes, frijoles y cereales fortificados) y alimentos ricos en vitamina C (como fresas y naranjas) para ayudar al cuerpo a absorber el hierro.
Cómo continuar a lo largo del camino
En lugar de decirle exactamente qué comer, el nutricionista le ofrecerá pautas para tener una alimentación saludable. “Queremos que tome sus propias decisiones”, dice Ostrowski.
Enfóquese en una variedad de alimentos nutritivos, como verduras, frutas, pollo y otras carnes magras y cereales integrales. El nutricionista le ayudará a determinar el tamaño de las porciones para cubrir mejor sus necesidades.
Reconociendo que puede ser difícil poner en práctica la alimentación saludable, Ostrowski recomienda a la mayoría de las personas que comiencen con cambios pequeños, como dejar lentamente de tomar gaseosas azucaradas muy calóricas, las cuales casi no tienen valor nutricional y contribuyen a subir de peso.
“Comience con pasos pequeños”, dice Ostrowski. “Si las personas sienten que es todo o nada, en general, lo abandonarán”.
Éxito a la vista
Caril Lattas, 62 años, de Hudson, Michigan, tiene la enfermedad de von Willebrand y ha consultado a un nutricionista durante más de 20 años. Lattas dice que, con ayuda especializada, ha reducido el consumo de alimentos bajos en fibra y ricos en carbohidratos, como pan blanco y pastas. “Con su estímulo, volví a comer muchas verduras”, dice. Lattas atribuye la estabilidad de sus valores en sangre de los últimos años a la gran cantidad de espinaca y espárragos frescos y de otras verduras de las que disfruta.
Su consejo para quienes evitan las verduras es añadir un poco en cada comida y encontrar las favoritas. “¡Comenzarán a gustarles!”.