Lindsay Callahan estaba embarazada de su segundo hijo cuando un análisis de sangre reveló que padecía factor V Leiden, un trastorno genético de la coagulación. A las nueve semanas, empezó a tener hemorragias y se la trasladó a una clínica de alto riesgo. Cuando empezó a perder líquido amniótico a las 39 semanas, le indujeron el parto.
Aunque Callahan y su bebé tuvieron un parto sano y sin complicaciones, en retrospectiva, desearía haber hecho más preguntas. “Si había un plan de parto, yo no lo sabía. Ahora que tengo más información, preguntaría por qué no se me dio tratamiento ni se me controló con más frecuencia”, dice Callahan, de Stillwater, Nueva York.
Aunque Callahan padece un trastorno de la coagulación y no un trastorno hemorrágico, en un estudio publicado en Haemophilia en 2023, se reveló que, en más de la mitad de los casos de hemorragia durante el parto o posparto, el trastorno hemorrágico de la mujer no se diagnosticó antes del embarazo.
“Cuando se padece un trastorno sanguíneo o hemorrágico hereditario, el riesgo de complicaciones hemorrágicas durante el trabajo de parto, el parto y el posparto es elevado”, afirma el Dr. Jerome J. Federspiel, médico especialista en medicina materno-fetal de la Universidad de Duke.
Federspiel y otros expertos aconsejan las siguientes cuatro acciones:
1. Haga un plan de parto con su equipo
Los distintos trastornos hemorrágicos requieren diferentes planes de atención adaptados a sus necesidades. “Cuando se presenta una paciente, aunque sea prematuramente, el equipo de guardia ya tiene un plan bien pensado para su atención. Este tipo de planificación previa marca una gran diferencia”, dice Federspiel.
“Tenía planes de parto muy detallados antes de dar a luz a mis dos hijos y tuve varias reuniones con los equipos de hematología pediátrica y de adultos”, dice Elaine Lai, de San Francisco, que padece una deficiencia leve de factor VIII.
2. Acuda a un centro de atención terciaria
La atención más segura suele prestarse en un lugar que combine experiencia tanto en embarazos de alto riesgo como en hematología. El equipo debe estar formado por un obstetra, un anestesista, hematólogos de adultos y pediátricos, un farmacéutico y un especialista en medicina materno-fetal. “Respeto la relación que la mujer desarrolló con su obstetra habitual, pero quiero que entienda que el parto y la atención posparto inmediata son muy importantes y pueden salvar la vida tanto de la madre como del bebé”, dice la Dra. Maissaa Janbain, hematóloga y directora del Centro de Trastornos Hemorrágicos y de la Coagulación de Luisiana.
3. Compruebe sus niveles de factor
Conocer su nivel de factor inicial ayudará al equipo a saber qué tipo de terapia sustitutiva necesitará durante el trabajo de parto, el parto y, especialmente, en el período posparto. Esa terapia, a su vez, hará más probable que se le pueda administrar la epidural con seguridad.
Janbain afirma que es importante vigilar de cerca los niveles de factor después del parto para prevenir hemorragias y otras complicaciones. “Mi plan de parto especificaba que mis niveles de factor se comprobarían a las 24 y 36 horas después de dar a luz”, dice Lai.
4. Realice un seguimiento posparto
Las mujeres con trastornos hemorrágicos tienen más probabilidades de experimentar problemas de hemorragia posparto que las que no padecen estas afecciones. Por este motivo, su equipo deberá hacerle un seguimiento durante, al menos, unas semanas después del parto.
[llamada a la acción]
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