L.A. Aguayo

Entrenarse para la vida: cómo el fisicoculturismo se convirtió en mi propósito

Por primera vez en mi vida, tenía el control de mi cuerpo. Me di cuenta de que podía usar mis experiencias con la hemofilia para ayudar a otras personas.
Author: L.A. Aguayo, as told to Leslie Pepper
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Me diagnosticaron hemofilia B grave cuando nací. Soy la primera persona en mi familia que tiene un trastorno hemorrágico, por lo que nadie sabía qué esperar. Los médicos le dijeron a mi madre que no podría hacer mucho, así que ella creyó eso durante muchos años.

En mi infancia, pasé mucho tiempo en casa por las hemorragias y miraba mucho SportsCenter en ESPN. Me encantaba imaginarme cómo sería ser un atleta profesional, jugar a un nivel tan alto. Pero no sabía si eso estaría predestinado para mí.

Cuando tenía alrededor de 8 o 9 años, decidí que realmente quería jugar un deporte. Me enteré de una liga de futsal que jugaba con una pelota Nerf, así que pensé que esa era mi oportunidad. Le escribí una larga carta a mi madre, dejando mi corazón al desnudo. Lo único que quería en la vida, le escribí, era tener la oportunidad de jugar en esta liga. Me imagino que la carta estaba buena porque me dejó jugar, y me encantó.

Lamentablemente, la pelota más blanda no impidió que me patearan en las espinillas y demás, y las hemorragias fueron demasiado difíciles de manejar. Después de eso, convencí a mi madre para que me dejara jugar al beisbol, pero pasó lo mismo. Me golpeaba una pelota o chocaba con otro jugador y tenía una hemorragia, y era demasiado peligroso continuar.

Cuando tenía poco más de 20 años, me contagié de hepatitis C por un medicamento contaminado. Unos años más tarde, mi hígado estaba fallando, mi nuevo régimen de medicamentos me enfermó mucho y tuve que dejar mi empleo y mudarme a casa con mi madre. Realmente toqué fondo. Me sentía pésimo todo el tiempo y ya no sabía qué quería hacer con mi vida. Estaba cansado y pensaba lo ridículo que parecía todo. Para mí, la vida no era más que un obstáculo de salud tras otro.

Luego, comencé a pensar en las cosas que me hacían feliz. Y me di cuenta de que, si podía usar mis experiencias con la hemofilia para ayudar a otras personas, valdría la pena vivir por eso. Comencé a imaginarme cómo se sentiría ser un líder en la comunidad. ¿Cómo se vería eso? ¿Cómo se sentiría eso? ¿Cómo querría ser representado?

Empecé a imaginarme a esa persona y sabía que quería verme diferente. Entonces me inscribí en un gimnasio y comencé a ir regularmente. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Pero observaba a otras personas y finalmente lo descubrí. Un día, vi un póster de un fisicoculturista de élite. No sabía nada sobre el fisicoculturismo, pero me encantaba cómo se veía ese muchacho. Y comencé a investigar y a comer diferente, y cambié mi cuerpo por completo. Al principio tenía hemorragias —hubo una gran curva de aprendizaje. Pero cuanto más me enseñaba a mí mismo sobre cómo entrenar adecuadamente, menos hemorragias tenía.

Por primera vez en mi vida, tenía el control de mi cuerpo. Sabía que podía crear lo que quisiera, mental y físicamente. Comencé a documentar todo en las redes sociales y empecé a recibir mensajes de personas con trastornos hemorrágicos de todo el mundo, en los que decían que se sentían inspirados por mi experiencia. Finalmente, sentí que estaba haciendo algo bien. Me di cuenta de que esto es lo que debo hacer —usar mi viaje para ayudar a otras personas.

Obtenga más información: Ya sea inscribiéndose en un gimnasio y con el entrenamiento de fuerza o a través del ejercicio funcional, puede encontrar formas de estar activo y obtener más control sobre su cuerpo.

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