When to See a Rheumatologist for Joint Pain

Cuándo consultar a un reumatólogo por dolor en las articulaciones

La atención coordinada es fundamental para las personas con trastornos hemorrágicos
Author: Emily Rogan
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Si usted tiene un trastorno hemorrágico, tener síntomas de dolor en las articulaciones puede ser algo habitual. Pero cuando el dolor en las articulaciones excede lo habitual, es posible que necesite atención más especializada, según el Colegio Estadounidense de Reumatología.

“Cuando vemos a un paciente que tiene problemas de articulaciones que no mejoran con el tratamiento habitual, tales como descansar la articulación o tomar el factor durante un período de tiempo, y no hay nada radiológicamente diferente, es cuando hacemos análisis de sangre de rutina para ver las afecciones reumatológicas que podría tener el paciente”, dice Chris Walsh, MD, hematólogo y profesor adjunto de medicina en Mount Sinai Hospital en la Ciudad de Nueva York.

Tener dolor en muchas articulaciones al mismo tiempo también es un síntoma de algo no habitual para las personas con trastornos hemorrágicos. “Múltiples articulaciones, simultáneamente, nos hace pensar que podría ser autoinmune y que no necesariamente está relacionado con el trastorno hemorrágico”, dice Catherine Broome, MD, hematóloga y profesora adjunta de medicina en el Lombardi Comprehensive Cancer Center de la Georgetown University en Washington, DC.

Las afecciones autoinmunes ocurren cuando el sistema inmunitario del cuerpo ataca a células sanas, a menudo provocando dolor, inflamación y molestias. A veces, estas afecciones se presentan como enfermedades reumáticas que pueden afectar las articulaciones, los músculos y los huesos. Las afecciones reumáticas comunes incluyen:

Artritis reumatoide, que ataca el revestimiento de las articulaciones en todo el cuerpo, principalmente en la muñeca y en pequeñas articulaciones de las manos.

Esclerodermia, que se caracteriza por una producción en exceso de colágeno, un tejido conectivo. Ocurre en la piel y en los vasos sanguíneos provocando, con frecuencia, dolor y rigidez en los dedos y en las articulaciones.

Gota, que es la acumulación de ácido úrico en las articulaciones. Esta afección es más común en los hombres mayores de 40 años y en aquellos que tuvieron un trasplante de órgano. Por lo general, afecta los dedos grandes de los pies, las rodillas, las muñecas, los dedos y los codos.

 

Si usted presenta cualquiera de estos problemas, hable con su hematólogo sobre ellos. Luego, juntos pueden decidir si es necesario incorporar a un reumatólogo a su equipo de atención.

 

Cómo prepararse

Al igual que con cualquier cita con un especialista, planificarla con anticipación puede ayudar a aprovechar al máximo su tiempo en el consultorio del reumatólogo.

 

Recopile su información personal. Los pacientes deberían llevar la siguiente información a la cita:

– Resultados actuales de pruebas y de laboratorio

– Conteo de plaquetas reciente

– Lista de articulaciones afectadas

– Registros de imágenes, tales como radiografías, ultrasonidos e imágenes por resonancia magnética

– Conteo sanguíneo completo

 

Escriba los síntomas en un calendario. Use un calendario para anotar cuándo comenzó su dolor y qué tan grave fue día por día. Observe si hubo una correlación con los alimentos o las actividades que agravaron el dolor.

 

Sea su propio defensor. Cuando usted consulta a un reumatólogo, es importante compartir el historial médico completo del trastorno hemorrágico. “Los pacientes deberían explicar básica y sinceramente cuál es su historial de hemorragias”, dice Walsh. Además, informe al reumatólogo qué síntomas tiene y los motivos de la remisión.

 

Conozca sus límites

Un reumatólogo evaluará sus síntomas. Si resulta que usted necesita un tratamiento, entonces es importante que su reumatólogo trabaje con su hematólogo para determinar un plan de tratamiento adecuado, porque muchos tratamientos reumatológicos comunes suponen problemas para los pacientes con un trastorno hemorrágico.

Los tratamientos para las afecciones reumáticas deben adaptarse a los pacientes con trastornos hemorrágicos. “Es un esfuerzo en equipo”, dice Broome. “Requiere un nivel de comunicación que puede ser un poco diferente al de un paciente que no tiene un trastorno hemorrágico subyacente”.

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