Para muchos hombres ir al médico es una tarea ardua. De hecho, es más que eso. Una encuesta de la Clínica Cleveland de 2019 reveló que el 72% de los hombres prefieren hacer tareas domésticas —como limpiar el baño o cortar el césped— antes que ir al médico.
Las razones por las que evitan la atención médica son complejas, dice Jessica Wulf, LMSW, trabajadora social en Western New York BloodCare, en Buffalo. Puede ser que los hombres sienten presión social para cuidar de sí mismos y de los demás por cuenta propia: “Estoy bien. Yo puedo con eso”— o un estigma que considera que pedir ayuda es señal de debilidad.
“Quizás haya un cierto nivel de vergüenza”, dice Wulf. “A veces les resulta difícil admitir que no se sienten bien”.
Incluso cuando los hombres acuden al médico, el 20% de ellos no son totalmente honestos con sus proveedores, según la encuesta de la encuesta de la Clínica Cleveland. Otros estudios han descubierto que hasta el 85% de las personas mienten a su equipo médico.
“Creo que existe ese miedo al juicio por parte del médico, y tal vez no quieren escuchar lo que va a decir”, agrega Wulf. “No quieren que los traten con condescendencia, ni que les den malas noticias, ni que les hagan más pruebas”.
Pero las personas con trastornos hemorrágicos (incluidos los hombres) necesitan contarles a sus proveedores qué está sucediendo realmente con su salud si quieren recibir la atención más eficaz para su afección.
Wulf explica por qué es bueno abrirse a sus proveedores de atención médica y ofrece consejos sobre cómo hacerlo.
Consejo n.º 1: Reconozca lo que está en juego
Los proveedores dependen de información precisa suya para obtener “una visión completa de quién es usted y qué le sucede”, dice Wulf. Ocultar detalles puede generar vacíos en su tratamiento, o algo peor.
“Quizás no sabemos que está tomando un medicamento, o que está usando una sustancia que podría interferir con lo que le recomendamos. En el mundo de los trastornos hemorrágicos, muchos detalles pequeños pueden convertirse en emergencias importantes”, explica Wulf.
“Necesitamos conocer todo lo posible sobre usted, para saber exactamente cómo actuar en caso de una urgencia”, continúa. “Si se oculta información o no hay total sinceridad, se dificulta mucho brindar el tratamiento adecuado”.
Sea lo más honesto y transparente posible, y recuerde que el equipo médico está acostumbrado a tratar temas delicados. Incluso decir ‘me incomoda hablar de esto’ o ‘no sé cómo decirlo’ puede ayudar a dar ese primer paso”, sugiere Wulf.
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Consejo n.º 2: Anote sus dudas e inquietudes
Las citas médicas suelen ser breves, y en el momento puede ser difícil recordar todo lo que se quería comentar. Por eso, anotar sus dudas o síntomas días antes puede marcar la diferencia.
“En las consultas integrales, uno puede sentirse abrumado, sobre todo si se trata de un tema incómodo”, dice Wulf. “Hacer una lista con los síntomas o temas a tratar y tenerla a la mano es una forma sencilla de no olvidar nada. Siempre les recomiendo a mis pacientes crear una nota en el celular para ir apuntando preguntas o síntomas conforme surjan.”
También recomienda asistir a la cita con una persona de apoyo que pueda ayudarle a abordar temas delicados o incluso hablar por usted si así lo prefiere.
Y si olvida algo durante la visita, no se preocupe.
“A veces uno no piensa en todo hasta que ya salió de la consulta, porque necesita tiempo para procesar la información. Y eso está bien. Lo entendemos, especialmente cuando se recibe mucha información”, comenta Wulf. “Siempre les digo a mis pacientes: ‘Envíeme un correo. Aquí tiene mi tarjeta. Llámeme y lo resolvemos’.”
Consejo n.º 3: Cree una relación con su equipo de atención médica
Wulf habla mucho de la importancia de construir confianza y vínculo con el equipo médico. Estos aspectos facilitan abrirse con el tiempo y, aunque no se logra de inmediato, valen la pena.
“Hay que atreverse a ser un poco vulnerable, a sentir algo de incomodidad —pero creo que de esa vulnerabilidad nacen las buenas relaciones”, afirma.
Si se siente más cómodo al hablar con una persona específica del equipo de atención integral, empiece por ahí. “Acérquese a quien le genere más confianza, porque esa persona puede transmitir la información al resto del equipo”, dice Wulf.
“La confianza se construye de ambos lados: que me tengan la confianza de saber que seguiré preguntando y no me rendiré, pero también que puedan expresarse con sinceridad sobre lo que realmente ocurre”, añade.
Esto incluye asuntos que quizás no parezcan médicos. Wulf recuerda, por ejemplo, a un hombre que no quería ir a la clínica. Con el tiempo descubrió que tenía problemas para solicitar el Seguro Social y no sabía cómo pedir ayuda. Fue el inicio de una relación de apoyo.
“Me sentaba con él cuando venía a la oficina y hablábamos —no necesariamente de salud, sino de su vida y lo que estaba pasando— y al final logré que completara la solicitud conmigo”, cuenta. “Ahora recibe ingresos, asiste a sus citas, y se le nota mucho más tranquilo porque ya no está pasando por tantas dificultades.”