Vivir con dolor crónico presenta desafíos físicos y emocionales constantes, pero cultivar la resiliencia puede ayudar a las personas a recuperar el control y encontrar satisfacción para que el futuro sea más brillante y equilibrado.
Según la Asociación Estadounidense de Psicología, la resiliencia es el proceso de adaptación a experiencias difíciles de la vida mediante la flexibilidad y el ajuste mental, emocional y conductual. La organización señala que la resiliencia se logra a través de la forma en que una persona ve e interactúa con el mundo, la calidad de sus recursos sociales y sus estrategias de afrontamiento.
“Resiliencia es una palabra muy adecuada para describir a la población con trastornos hemorrágicos. Cuando hablo sobre este tema en la clínica, los pacientes normalmente no se ven de esa manera, más bien consideran que simplemente hacen lo que tienen que hacer”, dice Kelsee Heimbecker, MSW, trabajadora social en el Centro para el Tratamiento de Hemofilia del Hospital Lehigh Valley en Bethlehem, Pennsylvania.
Y agrega: “El hecho de que nuestros pacientes tengan dolores prácticamente a diario, a lo que se suma criar una familia, ir a trabajar, mantenerse activos, etc., me parece admirable, y creo que es importante, como su trabajadora social, hacerles saber eso”.
Reconocer las formas en que usted es resiliente es una excelente manera de desarrollar fortaleza mental frente al dolor crónico. Estos son algunos consejos y estrategias prácticas adicionales.
1. Fomente un sistema de apoyo sólido
Las dificultades de la vida, ya sean mentales o físicas, son más difíciles de enfrentar cuando se afrontan en soledad. Afortunadamente, no tiene que hacerlo solo. Rodéese de personas que lo apoyen.
“Refúgiese en su red de apoyo, como la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y, por supuesto, el equipo de su centro para el tratamiento de hemofilia”, recomienda Heimbecker. “Entendemos que el dolor quizás nunca desaparezca por completo, pero informar a su equipo cuando sienta dolor puede ayudarnos a trabajar con usted para pensar un mejor plan de tratamiento”, añade.
Más allá de sus amigos, familia y el equipo del centro para el tratamiento de hemofilia, busque ayuda en grupos de apoyo, los cuales están llenos de personas que entienden por lo que usted está pasando y ofrecen un espacio para compartir recursos y preocupaciones. “Poder desahogarse en un espacio seguro suele ser muy útil”, dice Heimbecker. “Es mejor expresar los sentimientos que reprimirlos”, agrega.
2. Adopte la atención plena
La atención plena suele asociarse con la salud mental, pero la investigación demuestra que la práctica también puede ser eficaz para manejar el dolor físico, específicamente al mejorar la experiencia psicológica del dolor.
El programa basado en la atención plena para reducir el estrés (Mindfulness-based stress reduction, MBSR) puede ayudarlo a manejar el estrés, cambiar su relación con el dolor y ser más resiliente. Según la Universidad de Minnesota, la atención plena puede ayudar a las personas a aumentar la aceptación de situaciones desagradables, reducir la intensidad del dolor, inducir la relajación y fomentar la autocompasión.
“Es importante para todos, no solo para los pacientes con trastornos hemorrágicos, practicar la autocompasión y tener presente la importancia de ir paso a paso. Una rutina diaria que incluya hábitos saludables, como hacer ejercicio, asistir a terapia o llevar un diario, podría ayudarle a mantenerse encaminado”, afirma Heimbecker.
“Un simple ejercicio de respiración también puede ser beneficioso para mantenerse con los pies sobre la tierra en situaciones estresantes, como hemorragias repentinas o dolor”, añade.
3. Reformule los pensamientos negativos
“Los pensamientos negativos son parte de la vida, tenga dolor o no”, escribe el fisioterapeuta Joe Tatta en Psychology Today. Además, señala que, cuando hay dolor, se crea una espiral descendente de “catastrofización del dolor”, lo que puede hacer que se sienta peor y generar impotencia.
En su lugar, intente reconocer sus pensamientos sobre el dolor sin juzgarlos, un proceso llamado “defusión cognitiva”. “Esto significa que los pensamientos sobre el dolor no tienen que tomar el control de su vida”, escribe.
El diálogo interno positivo es otro método para dominar los pensamientos negativos. Tatta ofrece tres afirmaciones positivas de diálogo interno relacionadas con el dolor: “Aprendo cosas nuevas para cambiar mi dolor”. “Todavía puedo sentir dolor, pero estoy orgulloso de lo lejos que he llegado”. “Aunque el dolor no ha desaparecido, aprendí mucho sobre mí mismo y estoy reconstruyendo mi resiliencia”.
Heimbecker añade algunos consejos basados en su experiencia al asesorar a personas con trastornos hemorrágicos. “Reformular los pensamientos para reflejar una mentalidad positiva es una herramienta importante”, dice. Y añade: “Si tiene un pasatiempo que disfruta, ahora probablemente sea el mejor momento para dedicarle tiempo. Sea paciente consigo mismo y dese un poco de espacio para saber que esto también pasará, en cualquier situación. Escribir un diario o practicar arte para liberar esa frustración o tristeza puede ser una técnica de afrontamiento beneficiosa para aliviar la tensión”.